Vagón solo para mujeres
"Yo diría que el machismo tanto en hombres como en mujeres, no es más que la usurpación del derecho ajeno. Así de simple." -Gabriel García Márquez
Después
de algunos meses de no abrir mi laptop, finalmente lo he hecho hoy.
Llegué a casa después de una larga semana en el trabajo, con mucho peso
sentimental que me quedé dormida sobre mi cama y desperté a la hora, con
un nudo en la garganta y muchas ganas de escribir.
Y
es que durante estos días previos a esos días de chicas, mi cuerpo es
una copa en donde mis hormonas se mezclan y hacen cocktails de
recuerdos, ideas e invitan a bailar a mis emociones y sentimientos. Sí,
he estado bastante emocional que en unos momentos me dan ganas de llorar
y a los cinco minutos me siento ridícula.
Esta
semana los sentimientos que más han dominado es el de impotencia y esa
sensación de sentirme atrapada. Milagrosamente he tenido tiempo de
pensar en las razones por las cuales me siento así y las entiendo, pero
muchas veces no las comparto y es lo que en días como estos, me afecta
hasta en mis horas de sueño (tiendo a dormir más). No me considero una
persona negativa, sino todo lo contrario, pero el hecho de no saber
expresar muy bien lo que siento, me puede llevar a ahogarme con gotas de
lluvia.
Creo
que la raíz de mis sentimientos tan negativos descritos en el párrafo
anterior, es el sentimiento de estar atrapada. Literalmente, creo que
estoy viviendo en una pequeña jaula de plata, mi refugio y lugar en
donde me siento yo. Puedo vestir como yo quiera, opinar lo que yo quiera
y ser mujer sin tener miedo de serlo. Fuera de ella se encuentra todo
un mundo maravilloso que me invita a conocerlo, con lugares increíbles
por descubrir y ver, pero para llegar a ellos tengo que salir a la
calle, enfrentarme con hombres desconocidos que me desnudan con la
mirada y me bañan de palabras obscenas, que según ellos me gustan. Tengo
que exponerme a ser tocada por la calle, a ser violada con los ojos y
esto en mi cabeza es como una burla a mis derechos, no solo de mujer,
sino de ser humano.
Vivirlo
y tener que soportarlo todos los días de mi vida, desde que tengo
memoria, es desgastante. Y ya lo he mencionado antes, tengo las opciones
de enfrentarlos o ignorarlos. Ninguna de las dos cosas funcionan. Esa
estúpida y desagradable idea de que las mujeres tenemos que ser
“piropeadas” porque nos gusta, está tan implantada en nuestras
sociedades que se ha aceptado como normal y hasta existen mujeres que
todavía toman la posición de “dejate, si sos guapa”. Lo he dicho muchas
veces y no lo dejaré de decir jamás: NO necesito de que un desconocido
opine sobre mi cuerpo, ni tampoco necesito que alguien me dé su
aprobación. Yo lo único que necesito y quiero es caminar libre y segura
como un hombre lo hace. Yo lo único que necesito y quiero es que me
respeten y me den mi lugar que merezco en la sociedad.
Palabras
sucias y desagradables son una violación a mis derechos, no son
piropos, es acoso y el acoso es violencia que puede llegar a física. Es
increíble que en plenos siglo XXI el mundo esté tratando de dividirnos
en dos grupos diferentes, si cuando mejor somos es cuando estamos
unidos. Esta semana me ha molestado un artículo publicado por BBC Mundo,
sobre los vagones de “solo mujeres” en el subterráneo de México.
¡¿Hasta donde hemos llegado carajo?! Antes vagones que nos dividían por
colores y ahora vagones que nos dividen por lo que la naturaleza nos dio
entre las piernas.
No
necesitamos vagones para sentirnos seguras, necesitamos educación
basada en igualdad, justicia y libre de prejuicios. Necesitamos un
mensaje de respeto y tolerancia. Necesitamos enseñarles a nuestras hijas
y a nuestros hijos que lo único que nos hace diferente es la forma de
tratar a las personas y la forma en la que pensamos. Físicamente tengo
pechos y una vagina, lo que no me resta inteligencia ni capacidad de
lograr lo que me proponga. ¿Por qué debería restarme nivel en la
sociedad? Y es aquí en donde me siento impotente.
.
Impotente
porque no importa las veces que grite a los cuatro vientos que quiero
ser mujer y libre, no voy a cambiar nada. En una sociedad que apenas
sabe leer y escribir ¿Cómo va a tener recursos y capacidad de entender
que las mujeres y los hombres somos iguales y por lo tanto debemos de
ser tratados igual y respetados y considerados de la misma forma? Y
acepto además, que no voy a cambiar los años que esta sociedad lleva
reproduciendo las mismas costumbres y conductas machistas, ni en lo que
me resta de vida. Las grandes revoluciones no pasan de la noche a la
mañana y muchas veces requiere del trabajo y la colaboración de varias
generaciones.
Me
siento impotente porque si quiero viajar ahora no lo puedo hacer “sola”
porque necesito de un hombre que me proteja, porque ir sola es un
delito que puede llevarme a tener la culpa de que me maten. Así como
pasó con las dos chicas argentinas en Ecuador, que iban sola porque no
llevaban a un chico con ellas.
Me
siento impotente porque el día que tenga una hija, esta también va a
ser acosada y agredida con palabras desagradables en las vías públicas. Y
si tengo un hijo va toparse con el dilema de no entender del todo lo
que siente una chica cada vez que se le llama “mami” “linda” o le digan
“que rica estás” en la calle.
Me
siento impotente porque de aquí a la vida que me resta voy a seguir
luchando porque se respete a mí y a las demás mujeres, sin saber si
algún día las cosas van a cambiar.
Me
siento impotente porque no sé si la próxima vez que salga a la calle me
voy a topar con un machito más que quiera impresionar a su grupo de
amigos, y vaya a querer hacerme algo más que solo elogiarme con su
comentario de “que buen culo tenés”.
Me
siento impotente porque no sé si seré la próxima de quien vayan a leer
en un periódico en donde las autoridades argumenten que fue mi culpa por
“estar en donde no debía de estar” “vestía con un short” o “iba sola”.
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