Había olvidado que creía en Hadas
"Siempre
he disfrutado de hacer frente a una situación un poco surrealista y
presentarla de manera realista. Siempre me ha gustado los cuentos de
hadas y mitos, historias mágicas."
-Stanley Kubrick
De niña siempre me encantaban los
cuentos de hadas. No Campanita, hadas de verdad, esos pequeños seres
de la naturaleza, que viven en los bosques, cuidan los árboles,
comen miel y usan tela de araña para hacer sus ropas.
Una vez mi papá me contó que cuando
era niño, vio Hadas de nieve desde una ventana, las observó bailar
y mezclarse con los copos blancos que caían. A pesar de que no
estuve ahí, guardé la imagen en mi cabeza como si fuera una memoria
propia. A partir de ahí me enamoré de la mitología celta, sus
cuentos de hadas y hasta de Irlanda. De hecho mi libro favorito es
“Las Nieblas de Avalon” la historia del Rey Arturo, Morgana, la
mesa redonda junto con Lancelot y sus otros caballeros.
Con mis hermanas podíamos pasar horas
en internet leyendo sobre hadas. Las veces que estuvimos en
Irlanda jugábamos a encontrar Avalon entre la típica neblina que
se encuentra por las pequeñas carreteras del país. Buscábamos
anillos de hadas en los campos y “entradas” en la raíces de los
árboles. ¡Increíble como funciona nuestra mente y nuestro cuerpo
cuando somos niñ@s!
En el último mes creo que había pasado mucho
tiempo en el mundo adulto, tanto que me había olvidado de mi lado
niña. Me había olvidado de lo que antes me hacía soñar, sonreír
y feliz. Estaba entrando en una crisis emocional en donde me sentía
desesperada, triste, decepcionada y estaba viendo solamente el lado
negativo de las cosas. Creo que me agotaba más mi actitud tan
negativa que lo que realmente estaba viviendo, hasta hoy.
Anoche, un
amigo me dijo que llegara a
un taller, le dije que sí. Cuando me dijo la hora, tengo que ser
sincera, lo dudé porque adoro dormir mis domingos hasta tarde (antes
tarde eran las 10, ahora tarde son las 8) pero de todos modos le dije
que sí. Es algo que siempre he tenido, cuando me comprometo a
algo, lo hago. No importa si voy de resaca, si solo dormí 5 minutos
o si dormí 10 horas, si digo que sí, lo hago.
Llegué al lugar en donde me indicó y
la verdad es que no sabía qué iba a hacer ahí. Pero ahí me
recibió siempre tan positivo, con un abrazo. Me explicó de qué
trataba el taller y yo seguía sin entender. Hasta que se hicieron
las 5 pm, me di cuenta que lo que había hecho todo el día era
jugar, sí, jugar.
En mi último artículo expresé la
frustración que sentía a causa del sistema en el que vivimos. En
donde nos dan un manual de cómo deberíamos comportarnos, qué
deberíamos de hacer con nuestra vida, lo que deberíamos de pensar,
cómo pensarlo etc. Un sistema que se ha salido de control y que nos
controla, en vez de ser nosotros los que tengan una influencia sobre
él. Parece que venimos a ser impresoras que imprimen lo que otros
escriben y fotocopiadoras que copian reglas y patrones de
comportamiento creados e impuestos por mentes que no tenían ni idea
de cómo iba a ser el mundo y la realidad en la que nos iba a tocar
vivir.
Poco a poco me he ido topando con
personas que se sienten igual que yo, los que no encajamos en este
sistema o en la sociedad. Que a pesar de lo duro que queremos ser o
que aveces queremos aparentar que nos resbala, somos seres demasiados
sensibles que el hecho de no sentirnos parte de ESO, nos afecta. No
podemos pretender que estamos contentos con lo que nos toca toparnos
día a día y nos sentimos impotentes cuando sabemos que no vamos a
cambiar algo que está impuesto desde el inicio de las sociedades.
Pasamos nuestra vida tratando de
encajar y no porque queramos encajar, sino porque nos hacen creer que
NECESITAMOS encajar. En el colegio jamás encajé, era amigable con
las personas o aveces demasiada sincera, pero jamás estuve contenta
y si me dieran la opción de poder repetir, no la pensaría dos veces
antes de mandarlos a comer m.... La pasé bastante mal tanto en
primaria como en secundaria y me alegro que ya haya pasado esa etapa
de mi vida. En la universidad fue exactamente lo mismo. Y muchas
veces mi madre me decía que podría ser yo y no los demás, que
tratara de ser más dulce, más tolerante, que no peleara y bla bla
bla....y no era que de verdad me gustara estar peleando con los
demás, es que simplemente los comentarios de muchos eran de lo más
ridículo, que no comprendía como a alguien se le podrían haber
ocurrido. Y ni hablemos de la metodología de enseñanza, no aprendí
más que teoría imposible de aplicarse a la vida real, que no digo
que no sea interesante, pero en serio que aprendí más con
wikipedia. Creo que solo entré a la universidad porque si no tienes
un cartón, o por lo menos si no dices que alguna vez fuiste a una
universidad, no te consideran alguien. Sólo para aclarar y terminar
este párrafo, no odio mi carrera, de hecho la adoro.
Regresando al día de hoy, el jugar y
aprender y disfrutar de jugar, me recordó por qué soy lo que soy.
Además de que pude experimentar otra metodología de aprendizaje,
comprobar que no solo soy yo la inadaptada y que existen otros
“extrasistemas” (no extraterrestres, porque seguimos viviendo en
la tierra). Además me permitió aceptar que tenía un problema de
adaptación porque me movía en círculos de personas con las que
nunca iba a poder encajar o que estaba buscando aprobación, sin
saber que lo hacía, con estas mismas personas. Tampoco es que vaya a
empezar a borrar a todos los “amigos”que tengo en facebook, no se
trata de eso. Creo que va más allá, está bien que dentro de
nuestra vida diaria tratemos con personas diferentes en todo sentido
y con personas que adoran formar parte de este sistema o con las que
no tienen ni pinche idea que forman parte de uno, lo que no está
bien es martirizarnos la vida por saber que no pertenecemos a él y
suframos por nunca ser parte de él.
Hay opciones de aprender, expresarnos,
compartir y crear que no necesariamente tiene que ser de la misma
forma que siempre nos han enseñado. No tenemos por qué dejar de ser
niños para tener que madurar y volvernos adultos. Tomarnos un
momento para retomar las ideas y metas creadas durante nuestra
infancia o adolescencia, no es malo, puede hasta servirnos de
recordatorio de lo que nos llevó en primer lugar a plantearlas. La
vida se ha vuelto tan seria y tan pesada, que dejamos de soñar,
sonreír y de disfrutar. Si sos doctor y toda tu vida soñaste con
serlo, ¿qué ha cambiado? ¿te olvidaste de disfrutar el ser doctor,
porque se volvió tu profesión? Por supuesto que podemos cambiar
durante el camino, y si lo sueños o visión de mundo cambiaron y
ahora queremos ser chef ¿qué nos detiene? ¿la edad? ¿el que
dirán? O ¿el miedo? Una de las cosas que absorbemos de nuestras
sociedades, es el miedo....y el miedo puede ser un monstruo que puede
meter tu mente en una caja y dejarla refundida en un armario oscuro.
Hoy, con el simple hecho de jugar, me
ha recordado el por qué me gusta escribir, el por qué me meto en
debates, “clavos” y hasta en peligro por hacer activismo, el por
qué me gusta hablar de política cuando no soy una enciclopedia, ni
un periódico que está al día con los asuntos de cada país, me
recordó por qué me gusta bailar, por qué me gusta la música, por
qué disfruto una tarde con una buena plática y una copa de vino
tinto, por qué me rio escadalosamente, por qué me pongo idiota
cuando me enamoro, por qué me encantan los gatos y por qué tenía
sueños y metas.
¡Tan metida estaba en el mundo real
que hasta se me había olvidado que creo en hadas!
- Mar
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