El amor de mi vida
Es
imposible explicarte cómo acabaran las cosas, cuánto tiempo aguantarán
vivas nuestras mariposas. Es un arte, como pintar los sentimientos, es
como un baile entre una nota y sus silencios."
-Melendi
Las mayorías
de niñas crecemos en un mundo influenciado por Disney, quien nos cuenta
historias de princesas rescatadas de un dragón por un príncipe que
jamás en la vida han visto, pero que ya aman y del cual están super
colgadas y babeando. Nos ha dicho que tenemos que esperar echadas en una
cama llenas de rosas hasta que nos bese un tipo y nos haga despertar;
otras tenemos 7 hermanos sobreprotectores y celosos, que quieren que nos
quedemos en casa (como educaron a nuestras madres) les atendamos cuando
lleguen a casa y cuidadito volteamos a ver a algún hombre que pase por
enfrente; a otras nos crían diciéndonos que el mundo es un peligro, que
ahí afuera lo único que vamos a aprender son malas prácticas (me
pregunto de quién) y que lo mejor es que nos quedemos dentro de casa, al
menos que sea un tipo guapo, bien vestido, venga de buena familia, y
mejor si es religioso... ahí sí dejemosle caer hasta el pelo.
En fin, todo
lo que tiene que ver con relacionarse con el sexo opuesto es ser la
florecita que debe de ser cuidada, observada,rescatada y protegida de
cualquier cosa. ¿Qué pasaría si alguna de nosotras decidira romper con
esa percepción, imagen y estúpida idea de que las mujeres no estamos
completas y que tenemos que ser rescatadas?
Hace mucho
tiempo yo también creía en historias de princesas de Disney. Pensaba que
una vez me iba a enamorar de un lindo y atento tipo y que íbamos a ser
felices por siempre y fin. ¿Alguien se ha preguntado alguna vez qué
existe entre el “se conocieron” y el “fin”? Nadie escribe cuentos donde
las princesas deciden llevar una carrera, deciden no ser madres hasta
los 30 (o nunca), donde el príncipe se da cuenta que ha sido una
estupidez jurarle amor eterno a una tipa que ni siquiera conoce o que la
tipa le dice “quiero ser independiente” o en donde el príncipe decide
que realmente lo hizo por presión de los amigos, la familia o la
sociedad en general.
Yo, no soy
la mejor y la más experta en el amor (le pueden preguntar a mis mejores
amigas y amigos). Me he enamorado más de una vez, más de lo que los
cuentos dicen que deberíamos de enamorarnos. Sí, tengo una idea o visión
distinta del amor de mi vida que los libros, historias y cuentos de
princesas y príncipes que me contaron.
De hecho,
creo que para cada etapa de mi vida ha habido un “amor de mi vida”.
Cuando cumplí 12 años, me dieron mi primer beso, no sé como se enteró mi
papá, pero de alguna forma lo hizo y valientemente me dijo de que
tuviera cuidado. La verdad, no tenía ni idea por qué lo dijo, yo lo tomé
como si me hubiera estado regañando.
A los 15
años, tuve mi “primer amor”. Sentí que iba a durar una vida entera con
él, y lo hice. Duré la vida que tenía que durar, según mi percepción del
tiempo en ese momento. Fueron los primeros alborotos hormonales, las
primeras veces que sentía que tocaba el cielo, las primeras canciones
dedicadas, los primeros poemas y rosas rojas sobre mi escritorio. Las
primeras escapadas y mentiras a nuestros padres con tal de pasar cada
momento juntos. Mi primera patada en el estómago luego de haber
terminado y la primera vez que me di cuenta que el amor no duraba “para
siempre”. Luego de él, vinieron otros intentos fallidos de recuperar lo
que sentí la primera vez.
Luego llegaron los 20 cuando volví a encontrar al “amor de mi vida”.
Duró menos
que la primera vez, pero fue tan intenso, que si quisiera, podría cerrar
los ojos y volver al momento que lo vi con los ojos que lo vi durante
mucho tiempo. No, no fue amor a primera vista, fue a segunda, tercera o
hasta cuarta vista. Otra vez más pensé que iba a durar una eternidad, y
no estaba equivocada, duró la eternidad que tenía que durar. El
sentimiento fue diferente, lo quise como nunca había querido a alguien y
descubrí sentimientos y emociones que no tenía NI idea que podían
existir en mí y cuando terminó, jamás supe que el cuerpo pudiera doler
tanto. No solo el corazón, también la garganta, el pecho y especialmente
el estómago. Tanto dolió, que juré nunca más volver a querer a nadie
más de la forma en como lo hice con él.
Pobre niña
ingenua, del amor sigo sabiendo absolutamente nada, una vez más, pueden
preguntarle a unas cuantas amigas, quienes le dirán que me enamoro por
lo menos una vez de vez en cuando. No es que viva soñando con un
príncipe perfecto que alguien me haya metido en la cabeza (creo que a
esta edad ya entendí que solamente existen en películas y libros
Bestsellers) sino porque como cualquier persona, tengo derecho a
enamorarme las veces que yo quiera y de la persona que yo quiera.
Ahora mi
visión de los “amores de mi vida” que me pintan todos los días en
revistas, novelas y cuentos ha cambiado un poco. Me he topado con tipos
que me han acompañado durante una etapa de mi vida en donde necesitaba
de alguien, aunque solamente fuera para darme ilusión. No necesariamente
tenía que besarlos, simplemente saber que en ese momento eran el amor
de mi vida porque estaban viviendo la misma locura que yo, la misma
pasión que yo o que nos encontrábamos más o menos en la misma situación,
algunos decidieron quedarse y otros decidieron desaparecer.
A algunos
los amé con tanta locura que lo oculté y otros fueron tan ligeros de
amar que los ahogué en un “te quiero” que dije demasiado pronto, y
decidieron huir. A otros ni siquiera les tuve que decir nada para que
decidieran desparecer, pero de que fueron el amor de mi vida, lo
fueron....de esa vida que estaba (vaya la redundancia) viviendo. Así
como del que me enamoré cuando llegué aquí, que curiosamente lo sigo
pensando, pero que llevo ya varias semanas de no ver.
Algunos
deciden quedarse y seguirnos acompañando, pero otros por más que
queramos, no les podemos obligar a quedarse. Unos se vuelven amores
eternos y a otros solamente les gusta ser amores pasajeros. El uno o el
otro, siguen siendo los amores de nuestras vidas, solamente que tienen
boleto abierto con el que ellos deciden por cuanto tiempo quedarse. Y
todos somos así, puede que para alguien yo haya sigo el amor de su vida y
jamás lo supe, puede que siga acompañándoles en la vida o puede que no o
puede ser que en este camino tan loco me encuentre a uno que decida
agarrarme la mano y acompañarme un buen tramo.
- Mar
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