No quiero tu opinión, ni mucho menos tu piropo
"Eterno acoso callejero, pan de todos mis días: una historia real que se sigue escribiendo"
(Foto: Tania Pilz)
"El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres."
-Simone De Beauvoir
Antes de
sentarme a escribir este artículo pasé mucho tiempo pensado de qué forma quería
transmitir mi mensaje. Tenía dudas sobre el lenguaje, la estructura y no sabía
si quería dar cifras, datos “comprobables” o citar algunos estudios. Al llegar
a casa, después de un día normal de trabajo, furiosa por caminar por 20 minutos
a las cuatro de la tarde, por una de las calles más transitadas de Managua,
aguantando miradas, chifladas y “comentarios” me di cuenta que no necesitaba
otra cosa más que mi propia experiencia y que tampoco tenía que cuidar mi
lenguaje para expresarme porque 1. Es mi blog 2. Ningún pinche acosador
callejero cuida el suyo cuando me ve pasar, ni tampoco duda en expresar lo que
quiere sobre mi cuerpo.
El acoso
callejero es una realidad que todas las mujeres hemos vivido por lo menos una
vez en nuestra vida. No importar el lugar en donde nos encontremos, ni nuestra
edad, ni color, ni raza porque los acosadores callejeros no discriminan. Me he
topado con estos tipos estando en países latinoamericanos y hasta en los
famosos países catalogados como “desarrollados”, tal vez en modelos económicos,
modelos políticos y algunas cosillas más porque cuando tocamos el tema sobre el
acoso callejero, todos se han quedado estancados.
Tal vez sea yo,
no lo sé, pero el tema de acoso callejero no es algo nuevo en los medios, ni en
las redes sociales (desde que existen) ¿entonces por qué sigue pasando con
tanta frecuencia? Simple, ¡por que nos hemos acostumbrado! La costumbres, es un
mal de tontos, leí por ahí una vez. Y
con razón. Acostumbrarse a algo que es tan desagradable para las mujeres y
algunos hombres, ¿por qué chingados se toma como normal? 1. Porque de cierta forma
las mujeres, tienen miedo de defender su derecho de caminar sobre la calle tan
libres como lo hacen los hombres 2. Porque las personas han mezclado y
confundido los “piropos” con el acoso y la falta de respeto 3. Porque seguimos
viviendo en sociedades machistas que fomentan ese juego de lucha de poderes
(porque es una lucha de poderes) en los medios escritos, visuales y hasta en
las cancioncitas que “inocentemente” bailamos en una disco.
Yo, la verdad,
es que estoy SUPER HARTA de tener que respirar profundo, parada frente a la
puerta de mi casa para darme ánimos de salir a la calle. Todas las mañanas que
voy a trabajar es ponerme un manto de mala actitud para enfrentarme con todos
los acosadores con los que me voy a encontrar en un estrecho de 2 pinches km.
Porque sí, soy de las que no se quedan calladas “aceptando pasivamente” una
violación a mi derecho como mujer y ser humano. Porque al fin y al cabo eso es
lo que soy, un ser humano que gracias a la extra X en mi cromosoma 23, nací
mujer.
Y NO voy a
aceptar que otro ser humano venga a tener derecho de opinar sobre mi cuerpo cuando
yo no se lo estoy pidiendo y mucho menos de “piropearme” con un “mamita rica” o
cantarme serenatas con el “pst pst” que me toca oír a diario. Porque gente, de
enamoramiento (como me dijo uno de los acosadores que enfrenté una vez) no
tiene NADA. Si a eso le llaman enamorar, esta sociedad está jodida. Que yo
recuerde enamorar no es hablarme con palabras obscenas, ni escanearme con sus
ojos, que pareciera que la naturaleza milagrosamente bendijo con rayos x, ni
mucho menos hacerme sentir amenazada cada vez que comparto la acera con un
hombre.
Y no se trata de
cómo me vista o me vea ese día, porque así como me encuentro tipos con la panza
de fuera, escupiendo en la calle, con pantalones cortos o los jeans que se les
ocurrió ponerse ese día o también hombres con corbata o una bonita camisa y
rica colonia, yo estoy en todo mi derecho de usar minifalda o pantalones,
vestidos cortos o largos, zapatos bajos o zapatos altos, amarrarme el pelo o
dejarlo suelto, ponerme pintalabios rojo o no ponerme absolutamente nada de
maquillaje, sin que se me catalogue como provocadora o puta.
Tampoco me
siento en frente de mi casa a dar opiniones sobre el cuerpo, la ropa, ni el
caminado de ningún hombre que pasa por enfrente. Si lo hiciera, creo que ya me
hubiera hartado a unos cuantos con comentarios nada agradables, aunque
pensándolo bien, debería de hacer la prueba a ver si les gusta. Esto es
moralmente incorrecto, antivalores, sucio y fomenta la violencia de género.
Algo, que como feminista (sí, finalmente lo escribo en uno de mis posts) es lo
que debería de evitar, porque lo aceptemos o no, la construcción de nuestras
sociedades y la sobrevivencia de la especie humana, se da porque existimos
ambos.
Entonces ¿cómo
cambiamos el hecho de que en algunas cabezas masculinas y femeninas no cabe la
idea de que no somos otra cosa más que un cuerpo, que en vez de tener penes,
tenemos una vagina y pechos? ¿Cómo le hacemos para que esos acosadores
callejeros dejen de acosarnos? ¿Cómo meternos en la cabeza que ambos tenemos el
mismo derecho de caminar por la calle, sin sentir miedo, sin sentirnos
amenazados y sin que otro tenga que opinar sobre nuestros cuerpos? ¿Cómo le
hacemos siendo mujer, para demandar respeto? y ¿Cómo le haces tú, como hombre
para educar a otros hombres?
Lo primero es
dejar de decir que es una cosa “normal” porque no lo es. Además, no quedarnos
callados (mujeres y hombres) créanme, si los confrontan no les van a hacer
nada, yo, que mido 1.50 m no tengo miedo de hacerlo, ¿por qué alguien más
debería de tenerlo? Pfff… además, el acosador no lo espera, porque en su cabeza
ya tiene esa idea de que lo que está haciendo es normal. Y si en todo caso te
contesta, haz un poco más de escándalo para avergonzarlo en público (de paso te
echas 2 pájaros de un tiro).
Mujeres, no
criemos sumisas, ni machitos y hombres enseñen a sus hijos e hijas a través del
ejemplo. Los niños no son otra cosa que el espejo de sus padres y madres y
harán lo que ellos han visto que hacen.
Conozcamos la
ley. Existen artículos que protegen la vida, fomentan el respeto entre seres
humanos y ahora en la mayoría de países, existen leyes que protegen a la mujer.
En Nicaragua por ejemplo, la ley 779, que si bien tiene algunas cositas que
habría que arreglarle o agregarle, lo bueno es que ya existe. Es una obligación
como ciudadanos conocer las leyes de un país y demandar que se cumplan.
Creo que depende
de cada uno el cambio, que siempre estamos esperando que pase en nuestras
sociedades. Yo voy a seguir haciendo valer mis derechos, confrontando a mis
acosadores callejeros y seguramente escribiendo más, porque ninguna lucha se
termina si nuestras acciones no han dado resultado.
¡Y ahora tengo
que parar porque voy a correr, con la ropa que me ronca la gana, solo porque
soy mujer y tengo derecho a hacerlo!
-Mar Pilz
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