Hasta que no me violen NO



Tengo hace un año viviendo en Nicaragua. El país más grande, en cuanto a territorio, de este pedacito de tierra llamado Centro América. Una vez me topé con una curiosa estadística de alguna organización, que lo mostraba dentro del top 5 de los países con mayor “inclusión de género” de los países en Latinoamérica.

Nací en Nicaragua, pero crecí fuera de su territorio. Decidí regresar por mi propia cuenta. Porque tenía curiosidad y porque en mi cabeza lo recordaba como un lugar en donde podía caminar segura, llevar vestidos por el calor y en donde las mujeres no se dejaban de nada. No sé si estas imágenes son verdaderamente recuerdos o solamente fue una idea de cómo imaginé Nicaragua.

Una de las realidades con las que me vine a topar es con el alto y desenfrenado nivel de acoso sexual verbal y físico en las calles del país. No importa si sos una niña que apenas se te están notando los pechos o si sos una mujer de 40 años, no importa si sos gordita, si sos bajita, si sos flaca, si sos rubia, tenes los ojos negros o verdes o el color que los quieras tener, no importa si vas sola o si vas con amigas, te acosan. Te acosan viejos, hombres bien vestidos, mal vestidos y hasta mocosos en bicicletas.


Tuve mi primer trabajo en Camino de Oriente (una historia bastante curiosa también). Todos saben en donde queda Camino de Oriente o sino pregunten en dónde está la Cooperación Española en Managua. Yo vivía en la Centroamérica (lugar bastante conocido también). Caminaba todos los días al trabajo porque eran solamente unas cuantas cuadras y aproximadamente 10 minutos o menos. En esa distancia me topaba, sin exagerar, 20 acosadores en todo el día. Salir de casa se volvió algo sumamente molesto y empecé a sentirme frustada porque el único lugar en donde no escuchaba “adiós amor” “te acompaño chaparrita linda” “que linda estás” “cht cht” y demás pendejadas, era en mi casa.

La rotonda de la Centroamérica a toda hora es un caos por la cantidad de vehículos que pasan por ahí. Durante las mañanas y las tardes ponen a “policías” que no hacen más que mover los brazos para todos lados y tener un pito en la boca para hacer ruido.

Una de las tantas mañanas con la lluvia encima de acosos y miradas sexuales de los tipos en la calle, me acerque a uno de los policías que se estaba subiendo las medias negras y le pregunté si ya estaba en turno y me contestó que dependía para qué. Y le dije que le tenía una consulta. Como todas la mañanas, yo llevaba mi agenda en la mano por si necesitaba para defenderme y tener con qué pegarle a algún acosador que quisiera pasarse más de sus denominados “piropos”.

Abría la agenda y le dije que era reportera. Que quería saber que como mujer a dónde o a quién podía acudir si alguien me estaba acosando. Él se rió “¿y quién la está acosando pues?” Y le contesté: ¡Quién no de todos los que pasaron a mi lado en lo que caminaba de mi casa hasta aquí! Y me contestó que si yo no tenía pruebas de que alguien lo estuviera haciendo que no podía decir nada. Me dijo que si cargaba mi celular conmigo que tomara video o hiciera foto de quien me estaba acosando.

Le pregunté qué pasaba con las mujeres que no tenían cómo pagarse un celular con cámara. O que si de todos modos, aunque tuviera cámara y grabara a mi acosador iba alguien a hacer algo. Se volvió a reír y le dije que estaba tratando de tener una conversación seria con él, que éramos adultos y yo no me estaba riendo de la situación y que lo mínimo que le pedía era un poco de seriedad. Puso su cara sería y se recordó que era “policía”. 
Me dijo que él no podía hacer nada sino me hacían nada esos que me estaban acosando y que si me atacaban físicamente que fuera mejor a una estación de policía. Entonces le pregunté “¿tengo que esperar hasta que me agredan o me violen para que ustedes me tomen en serio? Y luego ¿Qué? ¿Me van a hacer preguntas que van a insinuar que la culpable fui yo? ¿Qué ropa llevaba o qué les hice yo para que me atacaran?

“Mire, yo estoy trabajando. No esté fregando.” Le dije que me sonriera, que por suerte yo sí tenía una cámara y como ciudadana tenía derecho a saber “cómo y quiénes” trabajaban tan arduamente para sentirme protegida y segura cuando caminaba por las calles y que además estaba haciendo uso de mi derecho a expresarme y a buscar a las autoridades cuando me sentía insegura. El nombre que me dio fue el de José Mercado y sus placas son: 14764.


Al siguiente día volví a pasar por el mismo lugar y esta vez lo agarré con las manos en las masas. En el momento que acosaba a una mujer que pasaba por donde él estaba, yo estaba a unos metros observando todo. El muy descarado no solamente le estaba faltando el respeto a una, sino a dos mujeres, ya que ese día tenía a una compañera a su lado. Con decirle “adiós amor” a la chica no le bastó, sino que también su cuello se volvió de hule y giro tipo el exorcista y le escaneó todo el culo. 
Tengo el mal que no puedo quedarme callada ante situaciones que a mi parecer no están bien y le dije “¡Aja! Por supuesto que no quiso apoyarme con los acosadores, si usted mismo es uno de ellos” Cuando me reconoció me hizo un gesto de que me alejara, así como cuando alejas perros y me repitió que lo dejara de joder, se escondió la cara y cruzó la calle para no tener que hacerse responsable de sus acciones.

Así como le prometí, lo estoy llevando a lo público. Creo que todas y todos tenemos el derecho de saber con qué tipo de autoridades contamos en el país, y además también tenemos derecho a hablar sobre el acoso callejero. No son piropos, no son cumplidos, es acoso. Acoso verbal y psicológico de carácter sexual. Si tener que salir a la calle para una mujer pesa porque sabe que se va a topar en cada esquina, cuadra, acera y hasta sentados enfrente de una ventada a tipos que la estén acosando por el simple hecho de ser mujer, es una sociedad construida con bloques de mierda. Sí, mierda. Porque ¿dónde queda el derecho a la libertad de ser un simple ser humano? ¿Dónde queda mi derecho como ciudadana, que contribuye al mantenimiento de nuestra sociedad, a usar una vía pública sin que me jodan? ¿Dónde quedan mis derechos?

Hasta que no me violen nadie va a hacer nada y aunque lo hagan, la culpa va a ser mía porque yo los provoqué. Maldita mentalidad tan ignorante y estúpida. 

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