Malinche


“La vida siempre nos ofrece dos posibilidades: el día y la noche, el águila o la serpiente, la construcción o la destrucción, el castigo o el perdón, pero siempre una tercera posibilidad oculta que unifica a las dos: descúbrela.” – Malinche, Laura Esquivel 

MALINCHE



Hay una palabra que cada vez que la oigo me da un no sé qué, porque siento que ha sido mal utilizada y que muy pocos saben de dónde viene, pero de todos modos hasta el día de hoy se usa para referirse peyorativamente a personas que prefieren un “estilo de vida” diferente a su cultura o una vida influenciada por lo extranjero, los famosos malinchistas.

Malinche fue una persona real, una mujer que nació en cuna de oro nahuatl, pero que por las vueltas que da la vida fue vendida como esclava y luego entregada, junto a 19 chicas más, a Hernán Cortés como regalo. Fue una mujer que además de nahuatl, sabía hablar maya-yucateca y que luego aprendió castellano. Amante de Cortés (seguramente no por elección propia) y además su intérprete y puente entre dos culturas que se encontraban por primera vez. 

Recuerdo que de pequeña, cada vez que escuchaba la palabra “malinchista” me daba miedo, es increíble como una palabra puede parecer tan pesada. La verdad, es que no entendía a lo que se refería, luego me enteré que así se les llamaban a todas las personas que les abrían las puertas a lo extranjero y le cerraban hasta las ventanas a lo local. Mi lógica me dice, que prácticamente la mayoría de los países latinoamericanos podríamos ser catalogados como malinchistas. Todo lo que viene de afuera, ya sean productos, materia o personas, es de mejor calidad. Pero, por supuesto que no vamos a aceptar que somos “malinchistas”, es mejor verlo en alguien más que verlo en nosotros mismos. 

Hace ya un tiempo, escribí un texto “Con permiso, aquí vengo a mejorar la raza” sobre las preferencias de muchos latinos en cuanto a los productos extranjeros, la gente extranjera y hasta el talento extranjero. Hoy, quiero escribir sobre la empatía que he desarrollado por esa mujer.  

1. No creo que Malinche haya sido la causante de la conquista de México, que ayudó a Cortés, por supuesto que lo hizo. Era su traductora, su persona de confianza, su amante (no puedo asegurar que se hayan amado, pero más que solamente sexo tuvo que haber entre los dos, o por lo menos, por una de las partes) 2. Malinche no tuvo opción. Si luego que uno de tus padres se casa, nace tu hermano, te venden como esclava y vas a parar a las manos de un invasor, creo que el instinto de sobrevivencia está más presente que si hubieras seguido siendo una princesa nahual. 3. Veo a Malinche como una persona atrapada entre dos culturas, en donde tuvo que tomar decisiones difíciles, poner en práctica un poco de estrategia y además explotar la capacidad de sus idiomas y del habla. 

Puede que tenga que leer más sobre su vida. Pero en mi opinión, ella fue solamente una víctima que decidió mantenerse con vida, seguir luchando y se topó con un remolino de emociones, sentimientos y decisiones. Estoy segura, que muchas veces sintió estar entre la espada y la pared, estando del lado de conquistadores españoles y viendo como mataban a su gente. Creo, que nunca nadie le preguntó cómo se sentía. Y es que estar entre dos culturas diferentes, puede llevarte a sentirte perdida, sola y hasta con problemas de identidad. No sabes a dónde perteneces y si en donde estar parada es el lugar donde queres estar.  Así como puede ser un regalo, puede ser también un peso con el que a veces tenes que dormir. Lo digo por experiencia propia. 

Nací en Nicaragua, pero viví muy poco tiempo en el país, que ahora que he regresado queriendo aprender, contribuir y vivir en él, el choque cultural (por más curioso que suene) ha sido tremendo. Me siento más extranjera en la tierra en la que nací, que cuando vivía en otro lugar. Crecer en una familia austriaca-nica fue rico en todo sentido, los idiomas, las costumbres, la comida, la música etc. pero llega un momento en donde no te sentís ni uno, ni lo otro. Porque estando en Europa te ven diferente, por tu color de piel, tus idiomas y tus rasgos y, estando en Latinoamérica te ven raro por tu acento, tus influencias europeas, tus idiomas y tu forma de pensar. Y creo que muchos me han tachado de “malinchista”, una nica que se las lleva más de europea cuando se ve totalmente latina. 

Lo entiendo, aunque nos gusta alardear de los modernos y abiertos que somos, lo diferente no nos gusta. Lo que no podemos entender no nos gusta y en vez de tratarnos de acercar, nos alejamos y preferimos juzgar. A mí, nadie me ha preguntado cómo me siento sabiendo que soy y no soy a la vez. Lo que más me han llegado a preguntar es cuál lugar me gusta más, ambos me gustan, ambos son mis lugares. Es obvio que siempre habrán pros y contras de ambos lugares, pero cuando las menciono se siente ofendidos. Entonces, ¿para qué preguntar si la respuesta no les va a gustar? Si para unos soy muy latina y para otros soy extranjera.  

Igual que a Malinche, me ha pasado que las circunstancias de la vida me han llevado por mi propio camino y me he visto influenciada por diferentes culturas, lo que no me hace ser más una cosa y dejar de ser la otra.  

Ahora que entiendo lo que podría haber sentido esa Malinche amante, madre, hija, esclava y simplemente mujer atrapada entre dos culturas, insisto en que a veces no deberíamos de utilizar palabras de las cuales no conocemos su historia y que solo repetimos porque a través de las generaciones se ha venido reproduciendo una y otra vez. La imagen que tengo de ella, es esa mujer cabrona que tuvo que sacar las uñas por ella misma, por su hijo y que hasta podría haberle estado ahorrando algo peor a su pueblo. 
- Mar

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