La puerta abierta para acosadores




La siguiente entrada es algo que me pasó el fin de semana en la tienda AM PM ubicada a unos metros de Plaza 101 de Managua, Nicaragua. Seguramente no fui la única, ni tampoco lo seré, pero he decidido escribir sobre ello porque alguien lo debe hacer y porque es algo que me afectó emocionalmente y psicológicamente, además que hirió mi dignidad de mujer y de ser humano.

La madrugada de hoy, domingo 21 de enero del 2018, mi novio y yo estábamos regresando de una fiesta de cumpleaños de unos amigos. Decidimos parar en el AM PM por cigarros y cervezas para luego ir a casa. Yo me bajé del carro primero y en cuestión de un minuto de diferencia que él se quedó atrás y yo entré en la tienda, sucedió todo. Abrí la puerta y frente a mi había un grupo de tres hombres que al momento de verme me empezaron a decir “ay que rica que estás” y a verme como si iban a comerme. No es primera vez que algo así me pasa en el mismo lugar, ni tampoco la primera vez que toca defenderme.

Me enojé muchísimo y empecé a reclamarles y a preguntarles cuál era su problema, por supuesto que la primera reacción de los acosadores que tal vez no eran muchos, pero se sentían machitos porque me vieron “sola” fue burlarse de mí y retarme. En el momento que yo les estaba gritando que eran unos acosadores, mi novio entró en la tienda y me preguntó qué pasaba. Ellos retrocedieron y se quedaron callados. Le dije que ese grupo de hombres me estaban acosando y molestando, ellos empezaron a negarlo todo y a decir que no habían sido ellos y que yo estaba loca. Me puse más enojada aún y les dije que ahora sí lo negaban todo solo porque un hombre les había cuestionado y que eran unos acosadores de mierda y además cobardes por no aceptar lo que habían hecho. Por supuesto que mi mi “vocabulario” y mi lado poco “femenino” salieron al tema cuando los acosadores se quedaron sin argumentos (negando que habían sido ellos y que fue alguien más). Para ponerle un poco más de leña al fuego, retaron a mi novio que controlara a su “novia porque estaba loca y no sabía lo que decía”. Yo estaba furiosa. De pronto, el “guardia de seguridad” llegó a decirme a mí, que me calmara y dejara de gritar porque sino me iba a prohibir la entrada la próxima vez. Fue un balde de agua fría. Que además de estarme defendiendo de tres acosadores que no serían nada si hubieran estado solos, el que se supone que estaba ahí para “guardar” la seguridad de los clientes (ojo, yo también lo era y de hecho, lo soy más seguido que esos perdedores) me convirtiera de víctima a victimaria. Dejé de defenderme de tres a pasar a defenderme de cuatro hombres que negaban rotundamente el acoso y el acto de violencia hacia mi persona.



Los tres héroes del machismo se dieron la vuelta y salieron riéndose de la tienda. Y pensé que si al menos me iba a meter a problemas, iba a ser por defender mis derechos. Me fui detrás de ellos y cuando en el parqueo se burlaban de la manera en cómo me había defendido, imitándome y pretendiendo hablar como yo, logré agarrar a uno y darle con el puño en la cara. No iba a permitir de que alguien me acosara y además saliera victorioso, apoyados no solo por el “guardia de seguridad” sino por este sistema de mierda. El tipo a quien golpeé en la cara dejó de reírse y los otros dos intentaron negociar con mi novio, cuando vieron que él me había seguido al parqueo. Yo me subí al carro enojada con el mundo, el sistema y pensando en lo puto injusto que era ser mujer en ese momento. Mi novio regresó a la tienda y las chicas de la caja le dijeron que todo lo que había pasado era cierto, ellos me habían acosado y molestado al momento de entrar, el guardia lo había visto todo y lo había negado, y que yo no había actuado como la loca que todos dijeron que era.

Esa madrugada lloré y lloré. Inventando mil formas de cómo iba a hacer pagar a todos, pero además de escribir y seguir luchando porque se me respete por ser mujer y un ser humano, no puedo hacer más.

Sé que no fui la única esa noche o madrugada a quien acosaron y violaron su derecho de hacer uso de los espacios públicos y semi públicos. Pero espero tampoco haber sido la única que se defendió y gritó, sin importar lo mucho que la hayan llamado loca.  

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